Baraja del rey don Pedro es un obra de teatro del filólogo clásico, filósofo, lingüista, ensayista, poeta y dramaturgo Agustín García Calvo (1926-2012). Este polifacético autor zamorano se alzó con el Premio Nacional de Literatura Dramática de 1999 con este drama que fue estrenado en el Teatro de La Abadía en el año 2000 bajo la dirección de José Luis Gómez y que tuvo el siguiente reparto: a Lidia Otón de Cantante para las canciones que introduce cada acto, a Ernesto Arias en el papel protagónico del rey don Pedro, a Alberto Jiménez como Men Rodríguez de Sanabria, a Carles Moreu como Martín López de Córdoba / Sombra del tesorero Samuel Leví / Guardia de don Pedro, Javier Vázquez como Jezabel (paje de don Pedro), Elisabet Gelabert como Doña Toda (Señora de Montiel), Josep Albert como Ferrant Alonso de Zamora / Soldado de Duguesclin, Cristina Arranz como Gertrudis, Gabriel Garbisu como Bertrand Duguesclin / Guardia de don Pedro y finalmente a Miguel Cubero en el papel antagónico de don Enrique.
En este drama histórico don Pedro I el «el Cruel», rey de Castilla, se encuentra fortificado en el castillo de Montiel, junto a sus lugartenientes Men Rodríguez de Sanabria y Martín López de Córdoba, esperando a enfrentarse a las huestes de su hermanastro don Enrique, que reclama para sí la corona de Castilla. Pero paralelamente el rey también pretende gozar, por las buenas o por las malas, de los favores de Doña Toda, la señora del Castillo, y de su hija Gertrudis…
De una forma muy original estructura este drama histórico en cinco escenas que tienen el nombre de los reyes de la baraja española: rey de copas, rey de espadas, rey de oros, rey de bastos y, finalmente, rey de nada. Cada escena está precedido por una canción igualmente dedicada al palo de la baraja al que introduce; canciones, por otro lado, muy en consonancia con el estilo poético tan particular de Agustín García Calvo, que a los que lo conozcan por las adaptaciones que los cantautores Chicho Sánchez Ferlosio y Amancio Prada han hecho de sus composiciones les será muy familiar. Otro punto interesante es la prosodia de arte mayor, que aunque no vamos a analizarla aquí ni muchísimo menos, aporta tanto a la lectura como a la declamación, entre otras cosas por la curiosa dicción de algunos personajes como esa aspiración de las haches a la andaluza del don Pedro, ese español afrancesado hablado por Bertrand Duguesclin o el lenguaje arcaizante, un aire muy pintoresco a toda la obra.

La obra, además, es una reflexión de las relaciones del poder con el ser, el amor, las riquezas, la guerra…, y cada acto tenga su propio tema principal. Pero también hay otros como la naturaleza de la lealtad —que el rey don Pedro le cuestiona a Men Rodríguez—, la lascivia, el honor e incluso algunos tan filosóficos como el Ser, el poder del dinero, la naturaleza del poder regio, el devenir y el destino… Toda una rica pléyade de temas que saltan en este juego de naipes que juega Agustín García Calvo con el espectador/lector, al que además asaetea con versos que personalmente me han gustado tanto como «¿puede un hombre elegir la dolor de que se duela?» o «El naipe bien mezclado está: que el azar nos dé trïunfo». También encontramos algún guiño a la Zamora natal de García Calvo en la figura de Ferrant Alonso de Zamora «Sí, el de Zamora siempre ha sido firme y fiel: si por amor vuestro o rencura contra el otro… poco importa averiguar» (¿será una fina ironía sobre aquel episodio del Cerco de Zamora —allá por tiempos del Cid Campeador— en el que Vellido Dolfos traicionó y asesinó al rey Sancho II de Castilla en el Portillo de la Traición, hoy absurdamente llamado Portillo de la Lealtad?) o también al odio cainita, que alguno podría interpretar como una alegoría de la guerra civil, encarnado en el odio fraternal que se procesan don Pedro (poder absoluto) y don Enrique (poder constitucionalista).
Siempre he dicho que la historia medieval española, sobre todo algunos episodios muy concretos del reinado de Pedro I Castilla o el de la Campana de Huesca perpetrado por Ramiro II de Aragón «el monje» dejan mamando a series como Canción de hielo y fuego sin tener que meter ningún artificio; pero el desconocimiento, la desidia y el desinterés por la historia de España hace que se prefieran relatos foráneos que el autóctono; Baraja de don Pedro da buena cuenta de ello ya que es un drama histórico muy poderoso tanto por el contenido como por el continente, ya que la historia elegida por Agustín García Calvo, este episodio en la vida del rey Pedro I el «el Cruel» (o «el Justiciero», según sus acólitos), tiene fuerza épica, erótica y prosódica, además de que el autor dota a su protagonista de una personalidad rica y poliédrica al que pueden acosar los fantasmas del pasado o dar rienda suelta a su apetito concupiscible y a sus bajas pasiones mientras se ve en una situación agónica que puede desembocar en tragedia. Pero también es cierto que el resto de personajes de la obra son menos ricos en matices como su protagonista, lo cual no es óbice para decir que están bien construidos pero que están a la sombra del personaje protagónico. Pero sin lugar a dudas es una obra que he gozado mucho y me hubiera gustado poder disfrutar del montaje de José Luis Gómez; quizás en algún momento encuentre alguna grabación de estas representaciones que tuvieron lugar hace ya más de veinte años. Por lo que este drama sobre la relación de los individuos con el poder será una lectura a la que volveré seguro y me ha animado a leer otras obras de este autor zamorano.
Ficha técnica:
Título original: Baraja del rey don Pedro.
Autor: Agustín García Calvo.
Número de páginas: 128.
Editorial: Lucina.
Año: 1999.