Reseña | «Espadas del fin del mundo» de Ángel Miranda y Juan Aguilera

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La historia de España está llena de batallas épicas por todo el orbe, como la batalla de San Quintín (Francia), la batalla de Pensacola (Florida) o la batalla de Cartagena de Indias (en la actual Colombia) y es que, como dijo alguien alguna vez, no hay un pedazo de tierra sin una tumba española. Siendo España durante los siglos XVI y XVII la potencia hegemónica del planeta, los soldados de la Monarquía Hispánica tuvieron que batirse el cobre para defender los intereses de la corona allá donde fuese necesario. Pocas son las ocasiones en que japoneses y europeos batallaron en la Edad Moderna, en la batalla de la bahía de Fukuda el clan Matsura trató de apresar dos navíos portugueses sin éxito y en la batalla de Manila de 1574 las fuerzas españolas e indígenas repelieron y derrotaron a piratas (chinos y japoneses) capitaneados por el chino Limahon. Sin embargo choque más relevante entre europeos y nipones son los combates de Cagayán (1582), una batalla casi desconocida que se dio en las islas Filipinas entre tropas españoles y piratas japoneses o wako (compuestos por ronin, soldados, pescadores y contrabandistas).

En Espadas del fin del mundo Ángel Miranda y Juan Aguilera adaptan al cómic este enfrentamiento entre españoles y japoneses con un guion sólido y con un buen dibujo e intentando ceñirse tan escrupulosamente a los hechos que acontecieron en Cagayán que fueron asesorados por el historiador Ramón Vega no solo en como aconteció la batalla y en lo que las poco estudiadas fuentes  japonesas y españolas de la época cuentan sobre dicha batalla sino también en detalles tales como los ropajes, armamento, la geografía, la flora y fauna… Aunque como es lógico esto es una reconstrucción y algunas licencias dramáticas se han tenido que tomar para rellenar las lagunas para desarrollar la historia.

Juan Pablo de Carrión

En 1582 una gran flota nipona encabezada por el samurái Tay-Zufú pone rumbo a Filipinas. A sus 69 años, al palentino Juan Pablo de Carrión le es encomendada la misión de expulsar de los dominios españoles a los piratas japoneses que se habían instalado en la zona del Cagayán. Carrión ha dado con sus huesos en Filipinas después de jugarse el pellejo en varias ocasiones, ahora está cansado y viejo, algo resentido con las autoridades españolas, pero no duda en capitanear la expedición para enfrentarse a los japoneses. Junto a Carrión está fray Cristóbal de Salvatierra, dominico que dominaba varios idiomas locales y defensor de los nativos filipinos, que será un poco el contrapunto de Carrión. Por su parte Tay-Zufú, un ronin que lideraba a los piratas japoneses, representa los intereses expansionistas de Japón en la zona que chocarán irremediablemente con los españoles dando lugar al enfrentamiento entre ambas fuerzas.

Los nativos filipinos

Ésta es una historia de héroes cansados, muy en la línea del Alatriste de Pérez-Reverte, que se jugaron el pellejo en Filipinas por cumplir cada uno con sus objetivos militares. El protagonista de este cómic es Juan Pablo de Carrión, nacido en Carrión de los Condes (Palencia), muy pronto emigró a Nueva España y tuvo problemas con la inquisición por lo que tuvo que regresar a la península para defenderse de unas acusaciones de bigamia y de prácticas judaizantes. Fue miembro de la expedición de Villalobos a Filipinas (1543) que acabó en desastre y de la que fue uno de los pocos supervivientes, asimismo, fue uno de los impulsores de una nueva expedición para conquistar la islas Filipinas y uno de los organizadores del Tornaviaje (1565), una ruta marítima secreta que conectaba Manila y Acapulco, aunque finalmente no embarcó de vuelta a Nueva España por discrepancias con Andrés de Urdaneta, quedándose en el nuevo territorio insular ganado para la corona. Un personaje que vivió una vida apasionante, llena de aventuras y desventuras, como la de tantos otros en esta época, que bien merecería un monográfico para hablar de ella.

Tay-Zufú

Uno de los puntos fuertes del cómic es que, aunque el protagonista de la historia es Carrión, no se limita a contar la historia desde el punto de vista español, sino que también conocemos el punto de vista japonés y los personajes nipones están bien perfilados, eliminando ese maniqueísmo de un bando bueno contra otro malo. Cada ejército tiene sus motivos para estar allí y la narración es todo lo neutra posible. También muestra el desprecio mutuo inicial y el respeto que poco a poco ambos bandos se ganan en el campo de batalla por la ferocidad de la lucha. Durante todo el relato se ve un evolución en sus protagonistas, sobre todo en el hastiado y atormentado Carrión que es el personaje mejor desarrollado, hasta llegar al clímax del relato que no defraudará a los lectores. Quizás los dos únicos peros que se le puede hacer a esta obra es que se hace muy corta, cosa por otra parte muy habitual en los cómics europeos, y puede parecer que el final llega de manera demasiado precipitada (aunque lo bueno si breve…) y que no hayan añadido de forma más exhaustiva en los anexos los bocetos de Juan Aguilera, únicamente se incluyen algunos para ilustrar algunos textos.

Por lo demás es un cómic muy recomendable para cualquier interesado en el Japón feudal, en el Imperio Español o en los cómics de tema histórico. Aunque cualquiera disfrutará de este cómic de tercios españoles y piratas japoneses enfrentándose en una zona del mundo donde los efectivos españoles estaban en una clara desventaja numérica, aunque por la experiencia de la conquista de América estaban más hechos a luchar contra modos de hacer la guerra desconocidos para ellos. En otras palabras, un cómic que narra toda la épica del enfrentamiento entre el acero toledano y las catanas.

Además como guinda al gran trabajo de guion de Miranda y de dibujo de Aguilera, este volumen trae un relato corto que expande un poco más la historia y como anexos varios textos sobre El Cagayán, sobre los soldados españoles en Asia, sobre los piratas japoneses y sobre las técnicas de combate hispánicas y niponas o breves reseñas biográficas de Carrión, Salvatierra y Tay-Zufú, que hacen que comprendamos más del contexto histórico en el que se desarrollaron estas batallas. Y es que aunque este fue un choque de culturas tan alejadas y a priori ajenas entre sí, en lo esencial no eran tan diferentes, pues como dejó escrito Baltasar Gracián en El criticón, por su temeridad y valor los japoneses son los españoles de Asia.

Ficha técnica:

Título: Espadas del fin del mundo

Autores: Ángel Miranda (guion) y Juan Aguilera (Dibujo, tintas, color).

Asesor histórico: Ramón Vega.

Número de páginas: 100.

Año: 2017

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