Reseña | «Érase una vez en Hollywood» de Quentin Tarantino

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Llevamos años leyendo entrevistas en las que Quentin Tarantino proclama que planea retirarse del cine para convertirse en escritor tras completar su décima película. Tarantino ha impreso su sello personal mezclando influencias de la cultura pop y de sus subgéneros favoritos —a menudo aborrecidos e ignorados por la cultura oficial— que van desde el spaghetti western y el blaxplotation hasta las películas de artes marciales de Hong Kong; y su veneración por grandes directores de la historia del cine como Sergio Leone, Sam Peckinpah o Akira Kurosawa no entra en contradicción con su admiración con otros menos conocidos como Sergio Corbucci o Joaquín Romero Marchent, por citar un par de ejemplos. De la misma forma, Tarantino también ha expresado siempre su amor por la cultura popular norteamericana en todas sus vertientes, y la literatura no iba a ser una excepción, ya que en alguna ocasión ha manifestado su amor por las novelizaciones de películas, como creo que a nadie le extrañará a estas alturas de la vida.

Quentin Tarantino ha puesto la primera piedra de la que será su carrera literaria tras su futuro retiro del cine con la novelización de su película Érase una vez en Hollywood, imitando tanto el formato como la estética de estos libros que novelizaban películas en ediciones baratas en las que se contrataba a un escritor —por el poco o nulo prestigio que suelen acompañar a estas obras— para este propósito como la de E.T. el extraterrestre por William Kontzwinker que adaptaba el guión de Melissa Mathison, la novelización que Max Allan Collins hizo de la película Dick Tracy estrenada en 1990, la adaptación de la mítica película de Ridley Scott Alien que realizó Alan Dean Foster —por nombrar una de las muchas que Foster ha realizado— o en un western que hoy muy pocos recordarán como Gerónimo tuvo una novelización sobre el guion de John Milius por parte de Robert J. Conley; aunque en ocasiones los dueños de los derechos de estas historias logran persuadir a autores con más renombre para realizar este tipo trabajo como fue el caso de Isaac Asimov con Viaje alucinante o más recientemente la adaptación que la escritora alemana Cornelia Funke ha realizado de El laberinto del fauno de Guillermo del Toro. También existen novelizaciones de franquicias y sagas —con sus correspondientes secuelas literarias para expandir universos— como las de Star Wars o Star Trek que acometió el ya mencionado Foster, la novelización de la Trilogía del dólar que autores como Joe Millard, Frank Chandler o Brian Fox realizaron o la serie de novelas sobre el icónico personaje Indiana Jones; también existen estás adaptaciones de series como la británica Doctor Who novelizada por varios escritores durante varias décadas o más recientemente la celebérrima Stranger Things es una de los casos más recientes  de novelización aprovechando el tirón y el estatus de culto que ha adquirido la serie. Los videojuegos como Tomb Rider, Mass Effect, Final Fantasy, Assassin’s Creed, Uncharted, Resident Evil, Metal Gear Solid, Doom, Diablo, Mortal Kombat, está última escrita por Jeff Rovin, o Homefront, escrita por John Milius, han tenido novelización o precuelas y secuelas que parten de la historia original de estos videojuegos. También juegos como Warhammer 40.000 tiene su propia serie de novelas de La herejía de Horus. Por desgracia la calidad de la mayoría de estas novelizaciones es bastante baja, ofreciendo tramas sencillas que en el mejor de los casos solo pretenden entretener y matar las horas muertas de un viaje en tren, pero en ocasiones podemos encontrar algunas novelizaciones con algo más calidad que ofrecen algo más que mero entretenimiento. Aunque la tendencia está siendo más bien crear secuelas literarias o cómics o incluso videojuegos para expandir la historia, sobre todo en lo que respecta a las grandes franquicias, más que novelizar películas.

Pero personalmente me resultan más interesantes estos libros cuando es el propio autor del guion el que noveliza la película como es el caso del propio Tarantino y su Érase una vez en Hollywood o de tantos otros largometrajes que han sido novelizados por sus autores originales como Elisa, vida mía del director oscense Carlos Saura, Mr. Arkadin de Orson Welles, Vidas rebeldes del dramaturgo norteamericano Arthur Miller, El gran miércoles de John Milius y Denis Aaberg, El tercer hombre del novelista británico Graham Greene, Amarcord de los italianos Federico Fellini y Tonino Guerra, Operación Trueno de Ian Fleming, El viento y el león de nuevo de Milius o 2001: una odisea del espacio del escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke. A diferencia de las novelizaciones que he mencionado anteriormente, estas obras, aparte de seguir en mayor o menos medida las secuencias mostradas en la película, en alguna ocasiones se han convertido en auténticos clásicos por sí mismas como pudieran ser las novelas desarrolladas por Clarke de la saga Odisea espacial, pero en general el mayor atractivo de estas obras es que los propios autores de estos guiones han podido expandir su propia visión sobre estos personajes y sobre su trama en lugar de delegar este trabajo en otro escritor ajeno a la génesis y su visión de la obra.

Por si algún despistado no ha visto la película de Tarantino, Érase una vez en Hollywood es una novela protagonizada por Rick Dalton, un actor que está teniendo problemas para encontrar papeles porque su carrera está en horas bajas y al que solo le ofrecen papeles de villano en series de televisión y en peliculas europeas. Cliff Booth es el doble de las escenas de acción de Dalton, y también asistente y mejor amigo de Rick, que siempre le está sacando de apuros y que tiene muy mala reputación por su oscuro pasado. Dalton es también vecino de la actriz Sharon Tate y su marido, el director franco-polaco Roman Polanski, que acaban de instalarse en Hollywood. Por otra parte, Charles Manson, líder de una secta de hippies, sueña con tener una carrera musical. Con este cóctel Tarantino nos ofrece una mirada casi lírica del Hollywood de 1969.

Quentin Tarantino se ha atrevido a novelizar su propio guion de Érase una vez en Hollywood y, como ya hizo en la adaptación a cómic de Django desencadenado, expande este singular microcosmos cinematográfico y no con la intención —o no sólo— de rescatar algunas escenas o atar los cabos sueltos que hayan quedado tras el paso del film por la sala de montaje; tambpoco una mera traslación del guión a una estructura narrativa, sino que Tarantino ofrece al lector una nueva lectura desde otra óptica de la misma historia. Aquí entenderemos por qué Rick Dalton actúa como actúa y qué pasó realmente con la mujer de Cliff Booth. Sabremos más sobre el pasado de estos dos amigos y de la relación de dependencia que existe entre ellos. Pero también pasa de puntillas o da por conocidos —lo que es a la postre uno de los grandes aciertos del libro— algunos episodios más o menos relevantes de la película para poder desarrollar otras escenas y subtramas que en el libro se tornan más importantes. Tarantino realiza constantemente una serie de digresiones que nos sacan de la acción principal de la trama pero nunca de manera gratuita, ya que cada una de estas digresiones son capitales para la historia que el director nacido en Knoxville nos quiere contar, asimismo utiliza de forma profusa y sin empacho la analepsis y la prolepsis, lo que hace que felizmente, y por fortuna, esta novela sea un producto muy diferente a lo que es la película y no una mera y simplona novelización sin alma del tres al cuarto. En esta novela, a diferencia de la película, Tarantino se interesa por las inquietudes musicales de Charles Manson, Rick Dalton, ya que nos podremos adentrar en el mundo interior de Dalton y conocer de primera mano los miedos y las debilidades del protagonista que en la película no podían ser más que esbozar o sugerir en el mejor de los casos, además de profundizar en los personajes que en la película eran más secundarios como el de Sharon Tate y la pequeña Trudi Frazer. Pero sin duda, el personaje al que mejor radiografía Tarantino en esta novela será a Cliff Booth, conoceremos qué pensaban Bruce Lee y Cliff cuando se enfrentaron en la pelea que vimos en la película, también conocemos la vida de Cliff Booth durante su periplo en Francia años antes, qué fue lo que realmente pasó con la mujer de Booth y como llegó a ser un héroe de guerra. Quentin Tarantino aprovecha, además, para pasar revista a muchas películas de la época y aprovecha para poner en boca de varios personajes críticas de estos largometrajes, haciendo gala ,una vez más, de esa monumental cultura cinéfila de la que siempre ha hecho gala.

Además de su, ya mencionado, talento para escribir diálogos hilarantes y su habilidad para tornar cómicas situaciones que no deberían resultar graciosas, se pueden rastrear en la novelización de Érase una vez en Hollywood la influencia de escritores como Elmore Leonard, J. D. Salinger o Joan Didion. Una fragancia pulp impregna la trama y recorre todo el libro de principio a fin, también tiene una gran importancia la cultura popular estadounidense, ya que Tarantino se nutre de ello, y es elevada casi al estatus de mitología —en Estados Unidos el western el equivalente a los cantares de gesta y la cultura pop a la mitología—, el cine y ese ambiente de ensueño que había en 1969 —y que en la realidad acabaría abruptamente con los asesinatos de Cielo Drive a manos de la Familia Manson— con el que Tarantino envuelve al lector. También tiene un deliberado toque descuidado para darle esa estética pulp que tanto le gusta a su autor, pero si se mira con detenimiento se puede advertir sin dificultad que nada se ha dejado al azar en esta novela y que cada decisión tanto estética como narrativa ha sido meditada Por todo esto, y como ya he insistido antes, la novela Érase una vez en Hollywood no es una simple novelización, es una obra pensada y meditada que transciende la película y nos descubre al Tarantino novelista que hay dentro del cineasta, o viceversa.

De todas esas referencias cinematográficas que pululan por esta obra —que no son pocas y que merecerían una pieza aparte— podemos comentar la más obvia por darle el título que son C’era una volta il West y Once upon a time in America del director italiano Sergio Leone —y que su amigo Robert Rodriguez también homenajeó en su Once upon a time in Mexico—, pero más allá de eso, es también una forma de darle una pincelada onírica, de fábula o cuento de hadas porque Tarantino no cuenta cómo fue la historia sino su visión de cómo debería haber terminado aquella década. Además Cliff Booth tiene una lista de sus cinco películas favoritas de Akira Kurosawa —que quien sabe si son las favoritas de Tarantino— y también hay menciones a Peckinpah y otros muchos directores de cine. Pero las referencias más interesantes son todas que hace al Spaghetti Western y de las películas que son semidesconocidas que hay durante toda la novela, pero y la más divertida es la referencia a la película ficticia Los catorce puños de McCluskey protagonizada por Rick Dalton y con la que Tarantino rinde tributo tanto a Gator McClusky, el personaje interpretado por Burt Reynolds en Los traficantes y en Gator el confidente, como a Secreta invasión de Roger Corman y a otras películas de serie B que surgieron a rebufo de Doce del patíbulo y La gran evasión.

Creo que todo el mundo conocía la destreza de Tarantino como escritor de guiones, pero una cosa es un guion cinematográfico y otra muy distinta es escribir una novela en el que los códigos pueden ser muy distintos, ya que Tarantino, aparte de ser un gran dialoguista, es un autor muy visual. Este primer envite que nos ha lanzado Quentin Tarantino no ha podido ser más emocionante, a pesar de que en principio pensaba que podría ser solo una mera novelización de su película, sin embargo, ha realizado una gran novela que no sólo complementa a la película si no que también es una novela que por sí sola podría haber tenido argumentos suficientes para que se dijera de él que ha hecho una novela siguiente la estela de uno de sus héroes, el escritor Elmore Leonard. Más allá de esto Érase una vez en Hollywood es al mismo tiempo una crónica del Hollywood de finales de la década de 1960 y una narración que mezcla realidad y ficción  —además de alguna referencia autobiográfica—con el que explorar y expandir tramas y personajes, con una prosa que te agarra y no te suelta hasta el final, porque si algo sabe hacer Tarantino es contar historias divertidas. Esa expresión tan manoseada y manida de carta de amor al cine, en este caso podría utilizarse sin quedar como algo vacuo y vacío. Además sirve como contrapunto a otra novela que en los últimos años también homenajeó al Nuevo Hollywood como fue Zeroville de Steve Erickson y para otra obra, para mí fundamental, como fue Moteros tranquilos, toros salvajes de Peter Biskind. Para finalizar, he leído por algún lado que el amigo Quentin ya tiene escrita la secuela de Érase una vez en Hollywood, de ser cierto esto estamos de enhorabuena todos los que hemos disfrutado con el bautismo de fuego de Quentin Tarantino como novelista.

Ficha técnica:

Título original: Once Upon a Time in Hollywood.

Autor: Quentin Tarantino.

Traducción: Javier Calvo Perales.

Número de páginas: 448.

Editorial: Reservoir Books.

Año: 2021.

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