El teatro en la antigua Roma era prácticamente una extensión del teatro griego, hasta tal punto que la mayoría de obras latinas representadas —al menos muchas de las que han sobrevivido hasta nuestros días— seguían un modelo griego, es decir, eran una imitatio de una comedia o tragedia griega. Y es que en la Antigüedad los autores literarios no perseguían la originalidad sino que pretendían alcanzar el ideal de superar a su modelo con una reelaboración y enriquecimiento de los materiales literarios del que se parte, ya que se tenía la creencia que nihil novum sub sole y por lo tanto no se podía contar nada nuevo. Aún así, los romanos llegaron a desarrollar dos tipo de comedias: la fabula palliata de tema y ambientación helénicas, la fabula togata de tema romano y que por desgracia no nos ha llegado ninguna obra completa.
La comedia latina bebe fundamentalmente de la Comedia Nueva helenística y muy particularmente de las piezas teatrales de Menandro, Dífilo o Filemón, entre otros. Este tipo de comedia pretendía ser un reflejo de la vida cotidiana griega y de una sociedad burguesa estratificada socialmente (ricos/pobres y libres/esclavos). Sin embargo la comedia latina renuncia a reflejar la sociedad romana contemporánea y convirtió la comedia en un tipo de evasión, ya que estas situaciones eran más inverosímiles resultando en una extraña mezcla de elementos helénicos y romanos en los que, por ejemplo, la ambientación y los personajes son griegos y los juramentos y las costumbres son romanos.
Pero esta imitatio de la Comedia Nueva no se limitaba a intentar superar a las obras literarias en que se basaban, sino que —al contrario que en la tragedia que representaba a personajes y temas más elevados— la comedia también debe reflejar arquetipos humanos fácilmente reconocibles: el adulescens (hombre joven y soltero que normalmente se enamora de una prostituta o de una esclava), el senex (hombre maduro y padre del adulescens, que persigue a otras mujeres y a veces se enamora de la misma mujer que su hijo), la matrona, uxor (esposa y madre, se comporta de manera severa con su marido) y la virgo, puella o meretrix (doncella o cortesana), el servus (el esclavo, personaje astuto y fiel), el leno (mercader de esclavos o lenón), el miles gloriosus (el soldado fanfarrón), el parasitus (un menesteroso y adulador dispuesto a soportar cualquier humillación por unas migajas de pan), también tenemos otros personajes como el coquus (el cocinero, un personaje puramente cómico por la fama de ladronzuelos que tenían en la antigua Roma) y el danista o trapezita (banquero, prestamista o usurero, habitualmente un personaje codicioso, avaro y miserable).
Sobre la vida del comediógrafo Tito Maccio Plauto hay pocas noticias que hayan llegado hasta nosotros. Sabemos que llegó a Roma proveniente de su Sarsina (Umbría) natal, que fue soldado y más tarde fue comerciante pero cayó en la ruina y tuvo que realizar el sufrido trabajo —realizado normalmente por esclavos— de empujar la piedra de un molino mientras empezó a escribir sus primeras obras de teatro con las que Plauto obtuvo mucho éxito y consiguió revertir su penosa situación.
La tradición manuscrita nos ha legado 21 y 6 comedias palliatae de Plauto y Terencio respectivamente, los filólogos de épocas anteriores a la nuestra desdeñaron la obra de Tito Maccio Plauto ya que lo consideraban un mero y torpe traductor de los modelos griegos que ellos consideraban perfectos y que no aportó nada original a estas imitatio más allá de algunos chistes propios. Sin embargo, tras el descubrimiento de fragmentos de autores de la Comedia Nueva han permitido poder cotejar algunos pasajes de estos modelos con las obras plautinas y han revelado que Plauto introdujo en la comedia algunos elementos que configurarían su estilo literario como la introducción de numerosas piezas musicales, la romanización de estas comedias palliatae con numerosos guiños a la cultura romana que van desde pequeñas alusiones a leyes, chascarrillos o dioses hasta escenas completamente romanizadas. También se pueden encontrar multitud deo comparaciones mitológicas. Plauto se toma la libertad de expandir el papel de algunos personajes y de reducir o eliminar algunos elementos de la trama. La contaminatio es un recurso que este comediógrafo utiliza constantemente y consiste en refundir en una fabula palliata dos o más comedias griegas.
Además Plauto gustaba de usar en sus comedias un lenguaje soez y coloquial, abundantes exclamaciones de juramento o maldición, numerosos diminutivos para expresar ternura, cariño y para conseguir efectos cómicos. Exageraciones, metáforas, refranes, juegos de palabras, ambigüedades, chistes, expresiones extravagantes o paródicas.
En la comedia Anfitrión mientras Júpiter está aprovechando la ausencia del marido de Alcmena, Anfitrión, para tomar su aspecto físico éste y gozar de una apasionada y tórrida noche de amor el auténtico Anfitrión ha regresado a Tebas después de vencer a los teléboas y manda a su esclavo Sosia a su casa para que anuncie su regreso a Alcmena. Pero dios Mercurio para asistir a su padre toma la apariencia de Sosia iniciar una comedia de enredos en los que los Sosia y Anfitrión reales serán burlados por estos divinos dobles con una serie de engaños y chanzas que les harán dudar de su propia identidad.
Lo primero que llama la atención de esta comedia es que es la única comedia latina que conservamos de tema mitológico y, aunque también tenga algunos pasajes serios, que sea una comedia de enredos en los que Júpiter y Mercurio juegan a confundir Anfitrión y Sosia. También llama la atención el poco o nulo interés que tiene Plauto en ahondar en el perfil psicológico de estos personajes, más bien parecen simplemente representar arquetipos que el público puede identificar fácilmente; así, por ejemplo, Alcmena sería la viva imagen y representación de la dignidad de la matrona romana y Plauto representa esto de forma seria y nada paródica. Otra cosa que llama la atención son las alusiones a hechos reconocibles por el romano contemporáneo como la batalla de Zama, pero lo más llamativo es que Plauto rompe el espacio temporal típico del teatro antiguo y sitúa la acción en las últimas horas de la noche y las primeras de la mañana. Asimismo, la contaminatio que realiza Plauto puede parecer algo descuidada en algunos tramos de la comedia y la laguna que presenta el texto del encuentro entre Júpiter y Anfitrión es trágico pues prometía ser el culmen de la obra. Mención aparte merece también la labor del profesor José Román Bravo que intenta en todo momento plasmar los juegos de palabras y el estilo plautino en su traducción o por medio de notas, sin duda una gran traducción que acerca a los lectores de lengua española a la comedia de Plauto.
La fortuna de Anfitrión en la posteridad es de sobra conocida, ya que fue muy estimada por sus contemporáneos de la Antigüedad —con la ilustre salvedad de Horacio que tuvo un juicio duro sobre la obra de Plauto y la acusó de ser tosca, grosera y descuidada—, mientras que en la Edad Media tuvo más reconocimiento Terencio aunque, curiosamente, Anfitrión sí fue una obra apreciada e incluso en el siglo XII Vitale de Blois escribe Amphitryo sive Geta. En el Renacimiento vuelve el interés por la obra de Plauto y encontramos varias obras inspiradas por Anfitrión como Il marito de Ludovico Dolce, en España Juan de Timoneda compone una comedia llamada Amphitrión y en Portugal Os Anfitriões es la revisión que de este mito hizo Luis de Camões. Ya en el siglo XVII Lope de Vega —al igual que Horacio— desdeña las comedias de Plauto en su Arte nuevo de hacer comedias, pero en Francia Jean Retrou publicó en 1638 Les Sosies y Molière, por su parte, estrenó una comedia llamada Amphitryon en 1668 donde reelabora los comedia plautina para suprimir episodios y dar más importancia a los amores de Júpiter y Alcmena; el alemán Johannes Burmeister cristianizó el mito en Mater Virgo en 1631 cambiando a Alcmena por la Virgen María, y más recientemente Jean Giraudoux estrenó su Amphitryon 38 en 1929, en el que Giradoux introduce un por un lado un vocabulario elegante y contenido y por otro uno más actual y fluido. Por lo que, salvo por excepciones como las de Horacio en la Antigüedad y Lope de Vega en la Edad Moderna, parece que el juicio que la posteridad ha hecho del Anfitrión plautino es muy positivo ya que ha sido reelaborado o ha influenciado obras hasta la saciedad.
Hace ya muchos años que leí Anfitrión por primera vez y revisitar está comedia ha sido poco menos que un bálsamo para el alma. Es una divertida comedia de enredos muy dinámica que saca más de una sonrisa y aunque sus críticos hacen hincapié en lo descuidada que Plauto, es esa naturaleza descuidada unida a el estilo plautino de hacer comedia y el lenguaje tan coloquial que usa lo que le da encanto a la obra. También que sea una rara avis al ser la única comedia mitológica le suma mucho valor a Anfitrión, pero para mí sobre todo brilla porque es una manera muy accesible para introducirse en la comedia latina en general y en la comedia de Plauto en particular. En definitiva, Anfitrión es una comedia para leer o ver representada más de una vez, pues siempre conseguirá arrancarte como poco una sonrisa.
[Para realizar está reseña he seguido la traducción de Anfitrión contenida en el volumen Comedias I de Plauto publicado por Ediciones Cátedra dentro de su colección de Letras Universales]
Ficha técnica:
Título original: Amphitruo.
Autor: Tito Maccio Plauto.
Traducción: José Román Bravo.
Editorial: Ediciones Cátedra
Año: 1989.